abía una vez en un país muy, muy lejano, una familia de galletas de mantequilla con formas de letras.
Vivían muy felices en su caja de metal cuando, un buen día, vieron llegar una mano gigante y, de pronto, la R desapareció.
Ohhh dios mío, qué ocurre? Todas las letras esperaron en silencio, aguantando la respiración, a ver si su amiga R regresaba a su casa.
Pero pasaron los días y no volvieron a saber de ella nunca más. Qué tristes se quedaron todas las demás galletas!!
Al cabo de un tiempo volvieron a ver aparecer aquella monstruosa mano, y todas las galletas salieron corriendo despavoridas. Pero por mucho que se escondieron, no pudieron evitar ser capturadas, una por una.
El terror asoló su cajita de metal día tras día, hasta que solamente quedaron la M y la A. Aquellas dos letras apenas se conocían, pero ya sabéis que el roce hace el cariño, y allí dentro, sin poder salir de la caja por miedo a que las atraparan también, los sentimientos entre ellos fueron cada vez más intensos, hasta que se enamoraron locamente.
Una noche, M se armó de valor y decidió asomarse fuera de la caja. Cuando se aseguró que el enorme monstruo no andaba por allí, cogió a A y salieron corriendo en busca de un lugar más seguro donde vivir. Descubrieron un tarro de cristal en lo alto de un armario, y se escondieron.
Desde allí arriba vieron pasar al gigante en dirección a su antigua caja, y oyeron sus terribles quejidos cuando descubrió que en ella ya no había nadie… pero en su escondite ya no podría encontrarles, y pudieron retomar su vida.
Fruto de su amor han nacido un montón de letras más, que han llenado de dicha el corazón de nuestras dos amigas. Y así, vivieron felices y comieron… galletas!!
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